La Daga de Plata 1: Origo

Capitulo 1: Origo
Hacía un frío que se adhería a los huesos, contra su espalda notaba todas y cada una de las piedras y arena que se encontraban bajo su cuerpo dolorido y ensangrentado. Le costaba respirar y al hacerlo la garganta se le llenaba de un sabor metálico y salado. A su alrededor sólo había oscuridad y casi estaba en silencio, sacando el ruido de agua vagando entre las rocas.
En su mente sólo se repetía una imagen impactante, un hombre de su misma edad, fuerte, con una cicatriz no especialmente profunda en su mejilla, bajo sus ojos oscuros como la noche. Le había sacado de la carretera y le había atacado por la espalda, sólo recordaba que le había clavado algo en el cuello… ¿o le había mordido? Recordaba la humedad de la boca y un dolor punzante…¿qué clase de chiflado era aquel tío? Luego, sólo recordaba haber perdido poco a poco sus fuerzas, como si se desangrase y había dejado de defenderse…no tenía sentido pero así era.
Sin embargo, no estaba muerto, estaba allí tirado, en medio de ninguna parte con el cuerpo contusionado y dolorido. Y tenía mucha sed, como si hiciese horas que no bebía…quizá sí hacía tiempo, quien podía saber cuánto tiempo llevaba allí.
Intentó incorporarse con dificultad y poco a poco consiguió ponerse en una postura medianamente digna aunque tambaleante. Buscó en la oscuridad una brizna de luz o de viento. Todos sus sentidos estaban alerta, se dirigió casi como en un sueño hacia un punto de donde venía la brisa, poco a poco vio el resplandor de la luna a lo lejos y se animó a tratar de caminar más deprisa.
Cuando al fin consiguió salir la luna brillaba coronando el cielo. Buscó en vano su coche por los alrededores cuando descubrió una silueta recortada de un hombre. Esta se movió y se acercó a él.
- Veo que ya te has despertado – dijo el hombre al que correspondía la silueta, tenía una cicatriz bajo el ojo – No te sorprendas, chico. No te iba a dejar aquí tirado y solito.
Le miró extrañado y asustado. Por el rabillo del ojo miró hacia atrás buscando posibles escapatorias. En su estado estaba convencido de que no podría escapar corriendo mucho pero quizá podría ocultarse en el bosque.
- Ni lo sueñes – dijo el hombre de la cicatriz adivinando sus intenciones – soy más rápido que tú y estoy en mejor forma. No llegarías ni a dar tres pasos. Fíate de mí.
- ¿Qué quieres¿Matarme?
El hombre de la cicatriz se rió a carcajadas, lo que resultaba ciertamente espeluznante.
- ¿Por qué yo¿Qué es lo que quieres de mí, maldito psicópata?
- Si quieres que responda en orden te diré que te escogí porque me ha gustado tu coche y no quiero nada de ti. Lo de psicópata no va conmigo pero lo de maldito ya es otro cantar. – el hombre de la cicatriz sonrió, dejando entrever dos afilados colmillos.
- Eres…
- Un vampiro. Me llamo Magnes. Y digamos que esta noche necesitaba buscarme compañía.
- ¿Por qué me has dado una paliza?
- No te he dado una paliza. Todo lo que te duele es porque técnicamente has muerto para volver a nacer, te he dejado sin gota de sangre en el cuerpo y ahora mismo ya estás en un mundo mejor. ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Luka. – dijo sin terminar de asimilar lo que Magnes le había dicho.
- Bueno, Luka. La noche es joven e imagino que tienes sed.
- No me vendría mal un wiscky.
- Luka, no tienes sed porque necesites alcohol ni agua. Necesitas otra cosa: sangre. Y hay una ciudad entera dispuesta a darte de comer.
Magnes llevó a Luka por un sendero, al final de él estaba el coche en el que lo había mordido. Luka no entendía muy bien lo que le había pasado pero no entendía por qué no podía resistirse y le seguía como hipnotizado.
Al cabo de un rato llegaron a la ciudad. Estaba viva, con sus luces que le mareaban. Miró a Magnes, que iba conduciendo con una sonrisa que dejaba ver sus colmillos: tenía el pelo negro azabache, largo y ondulado, unos ojos negros profundos y el rostro pálido. Luka se preguntaba cuanto tardaría él en tener el mismo aspecto.
Finalmente, serpenteando entre las calles Magnes llegó a un local clandestino en el que se estaba dando una gran fiesta. Mucha gente estaba entrando por una puerta en un callejón. Luka le siguió sin poder evitarlo, allí dónde Magnes pasaba alguien le saludaba, las chicas se le quedaban mirando con fascinación y lujuria en los ojos.
Luka estaba embobado, sorprendido y fascinado por Magnes y su arrolladora presencia. Llegaron a un reservado donde les sirvieron unas copas con algo oscuro y caliente. Magnes sonrió a su nuevo amigo y antes de darse cuenta otros dos chicos y unas chicas bastante ebrias entraron en el habitáculo y saludaron a Magnes. Todos miraban a Luka con curiosidad.
- Es nuevo – dijo Magnes – Aún se tiene que estrenar.
Los otros sonrieron sorprendidos. Una de las chicas se sentó como sonámbula junto a Luka y comenzó a besarle el cuello. Magnes cogió un brazo de la chica y empezó a deslizar su lengua por el dorso de la mano y la muñeca, sonriendo con malicia hacia Luka.
Magnes mordió a la chica que no chilló, no se resistió, no hizo nada por defenderse y fue poco a poco chupando su muñeca, luego se la pasó a Luka que, sin saber por qué, y negando todos sus instintos comenzó a lamer la sangre de la chica. Antes de darse cuenta sintió un enorme dolor en las encías pero no podía dejar de chupar el brazo de aquella joven, hizo caso omiso del dolor de encías abriéndose y en a penas unos segundo le había clavado los colmillos en la muñeca y succionaba con odio.
- ¡Eh, eh! Tranquilo – dijo Magnes quitándole el brazo de la boca – Que tampoco es cuestión de que te lo bebas todo hoy.
Luka le lanzó una mirada inquieta y miró a la chica, que estaba muerta sobre la mesa. Sintió mucha pena y al mismo tiempo la odió por lo patética que parecía, como un simple pelele sobre la mesa.
- Aprenderás todo muy rápido. Y ahora te llevaré a presentarte a Dux. – dijo Magnes.
- A ver si no te machaca. Ya sabes como se pone con eso de que vayas convirtiendo por ahí al personal. – le dijo otro de los chicos que estaba jugando con una chica sentada en sus rodillas.
- Tu calla y come. ¿No te ha dicho tu madre que no se juega con la comida? – dijo Magnes y salió del cuarto – El Dux es nuestro líder – le explicó a Luka – no te preocupes, no creo que haya ningún problema, soy su mano derecha.
Ambos subieron por un ascensor que había en el propio edificio, detrás de una puerta que ponía "Sólo Empelados" y subieron al último piso del edificio. Luka no sabía cómo sentirse, estaba triste, extrañado, frustrado y sentía como si no tuviese voluntad, no quería subir a ver a ese tipo y por otra parte no podía dejar de seguir a Magnes. Sin embargo, ahí estaba, tratando de ordenar toda la información de lo que le había ocurrido en las últimas horas…Se sentía como quien acaba de descubrir que Papá Noel no existe.

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